LA ERA DEL IMPERIO
Se entiende por imperialismo a la doctrina política que justifica la dominación
de un pueblo o
Estado
sobre otros; habitualmente mediante distintos tipos de colonización
(de poblamiento, de explotación económica, de presencia militar estratégica) o
por la subordinación cultural (aculturación).
Sin embargo, si bien los Imperios
han existido a lo largo de toda la historia, desde su mismo comienzo en la Edad Antigua,
el uso del término "imperialismo" suele limitarse a la calificación
de la expansión
europea que se inicia con la era de los
descubrimientos (siglo XV) y se
prolonga durante toda la Edad Moderna y
Edad Contemporánea hasta el proceso de descolonización
tras la Segunda Guerra Mundial, generalizándose la expresión recién en 1890.
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específicamente, la expresión Era del Imperialismo, utilizada por la historiografía, denomina al periodo que va de 1871 a 1919, en que se produjo una
verdadera carrera para construir imperios coloniales, principalmente con el llamado reparto de
África. Es de
notar que, la presencia de los europeos en los territorios colonizados supuso
el control político, social y cultural; así como el sometimiento de los pueblos
colonizados a los intereses económicos de las metrópolis.
La administración local de los territorios coloniales comenzó
siendo realizada por compañías privilegiadas
de comercio[1],
que recibieron amplios poderes para hacerlo. No obstante, en poco tiempo el
Estado asumió estas funciones. Sin embargo,
al establecerse sistemas de control colonial tan variados aparecieron
diferentes formas de organización y administración.
Las colonias, en sentido estricto, eran aquellos territorios en
los que la población nativa estaba
totalmente sometida a potencia colonial, que implantó un gobierno y una
administración totalmente europeos[2].
Un tipo particular de colonias fueron las denominadas colonias de
poblamiento, en las que se asentó una numerosa población europea impuso sus
lengua, sus formas de vida e instituciones tal como eran en el país de origen[3].
Mientras que los dominios eran específicos del Imperio británico. Se trataba de
colonias de poblamiento a las que se le aplicó un régimen de autogobierno con
un gobernador cuyos poderes se encontraban limitados por una asamblea formada
por los colonos. Por ende, gozaban de autonomía en la política interna, pero la
política exterior seguía dependiendo de la metrópoli como en el caso de Nueva
Zelanda, Australia y Sudáfrica.
Por otra parte, también existían los protectorados constituidos
por territorios coloniales donde ya existía un gobierno nativo que era respetado por la potencia colonial
aunque el control militar, la dirección de la política exterior y la
explotación económica[4].
Un sistema de control colonial menos visible fueron las
concesiones. Un Estado cedía temporalmente territorios a una potencia colonial,
que los controlaba económicamente, pero sin desplazar en ellos ni a
funcionarios ni a militares como en el caso de China.
Se podría decir que en África fueron colonias, aun cuando la mayoría de los territorios
administrativamente en África fueron colonias, no todos fueron gobernados de
igual manera. En términos generales se reconoció gobierno directo (utilizado,
principalmente por los franceses) y el gobierno indirecto o administración
conjunta (preferido por los ingleses). Aunque de todas maneras, con el tiempo
se hizo evidente que el primer sistema era más complicado para implementación,
siendo reemplazado por el segundo, incluso en la mayoría de las colonias
francesas.
El gobierno directo consistía en eliminar a la autoridad africana,
haciendo del administrador europeo el titular del gobierno. Este sistema incluía
la idea de asimilación de las poblaciones locales con las europeas. Por ende,
los territorios del nuevo continente eran integrados a Francia, como parte del
país, dependiendo los africanos de la metrópolis directamente. Los pobladores
nativos eran obligados a asimilar la cultura europea de sus dominadores;
incluso, muchos jóvenes fueron occidentalizados en las propias metrópolis,
desde donde volvían a sus tierras con educación europea.
La implementación difícil del sistema en primer lugar residía en
el hecho de la gran cantidad de funcionarios europeos que debían trasladarse a
vivir a África, cuyo mantenimiento también implicaba un costo muy alto para la
metrópolis. Por otro lado, ocasionaba una fuerte resistencia de las elites
autóctonas, que veían que se los despojaba de su autoridad tradicional.
Asimismo, muchas veces las poblaciones locales se resistían de asimilación
cultural.
Cuando los dominadores vieron que la asimilación y la
administración directa habían fracasado, comenzaron a optar por la forma
indirecta de gobierno. Las autoridades nativas se transformaban entonces en
aliadas. Es decir, si bien las decisiones de gobierno dependían de un
gobernador europeo, el resto de las autoridades, en un gran porcentaje era de
origen nativo.
[1] Protegidas en su actividad por el Estado
que defiende sus intereses destacándose entre las compañías de comercio
inglesas: la Compañía Británica de las Indias Occidentales y Compañía de las
Indias Orientales.
[2] El
poder era ejercido por medio de un gobernador, predominando este sistema en
África y Asia.
[3] Un
ejemplo típico de este tipo de colonias fue Argelia.
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